ESTÁNDARES PARA LA GESTIÓN DE RIESGOS EN CONTRATOS

Todos, seamos mandantes o contratistas, sabemos que generalmente nuestros contratos no cumplen con las expectativas que teníamos al momento de suscribirlos. En algunos casos estas expectativas corresponden a objetivos claramente definidos y alineados con los objetivos estratégicos de la organización. En otros casos solo son expectativas basadas en estimaciones sin mayor análisis. En el amplio abanico entre estos dos puntos está la mayoría de nuestras organizaciones.

En cualquiera de estos casos, es habitual que durante la ejecución de los contratos se presenten eventos que afectan negativamente los objetivos que nos fijamos. Estos eventos son riesgos que estaban presentes antes del inicio del contrato, o que aparecieron en el transcurso de este, y que finalmente se han materializado afectando los objetivos de la organización. (Y eso que no estamos mencionando las oportunidades perdidas por no identificarlas y gestionarlas).

Todas las organizaciones gestionan, en mayor o menor medida, sus riesgos, pero son muy pocas las que lo realizan de forma sistemática, es decir con procedimientos claramente definidos, con profesionales competentes y que conocen claramente sus roles, y con las herramientas adecuadas para la realización de las actividades correspondientes. Todo esto debería estar bajo el gran paraguas de la política de gestión de riesgos de la organización.

La norma ISO 31000 realizó un importante avance al darle una estructura de sistema a las mejores prácticas de la industria con el fin de gestionar los riesgos en las organizaciones. Pero, dada la diversidad de tipos, tamaños y complejidad de las organizaciones, la norma solo puede emitir principios y orientaciones a todas las organizaciones para implementar sus sistemas de gestión de riesgos. Lamentablemente, el avance en la implementación de sistemas que recojan estos principios y orientaciones ha sido muy lento. Esta es una deuda que tenemos como industria en Chile y en toda Latinoamérica. Necesitamos urgente establecer estándares de gestión de riesgos en todas las áreas de la organización.

En el caso puntual de la gestión de los riesgos en los contratos, son los mandantes los llamados a tomar un rol protagónico en el avance de la sistematización y estandarización de la gestión de los riesgos. Hago esta afirmación ya que a los mandantes les corresponde definir los requisitos que deben cumplir los proponentes al presentar oferta y los proveedores/contratistas para realizar el suministro/encargo. En la medida que los mandantes definan estos estándares y los proponentes se alineen con ese estándar tendrán mejores ofertas (en la relación beneficio/costo) y también tendrán mejores resultados en la administración de los contratos. Y los contratistas tendrán el beneficio de lograr mejores resultados en su gestión de los contratos.

El impacto de lograr estandarizar la gestión de riesgos en los contratos utilizando las orientaciones de la norma ISO 31000 sería enormemente superior que lo que hoy está aportando la norma ISO 9001 en materia de calidad.

Por supuesto que esto no es una varita mágica y los resultados no serán tan evidente en un principio, pero la retroalimentación que el propio sistema debe tener hará que cada día todas las organizaciones vayan mejorando sus resultados y generando un círculo virtuoso en el que la confianza entre las partes irá aumentando hasta lograr consolidarse como verdaderos colaboradores.